El peronismo debe entrar el camino para reconstruir su poder y éste solo es posible si logra establecer diálogos transversales con diferentes sectores y actores sociales y logre interpelarlos ante la avanzada del autoritarismo, la destrucción de la justicia social y la decadencia en la formación política dirigencial.
El fallecido Papa Francisco y el actual Sumo Pontífice león XIV tenían en común la capacidad de ser grandes comunicadores políticos y espirituales. Esta habilidad es fundamental para tender puentes y construir mayorías en torno a valores humanistas, colocando la dignidad humana en el centro de las políticas públicas y de estado.
En la era del individualismo posmoderno, un verdadero líder político edifica su poder encontrando puntos de acuerdo entre las diferencias. Si bien los principales partidos en Argentina profesan el humanismo, en la práctica caen en una dicotomía estéril (similar a la rivalidad "Boca-River") que solo genera fragmentación social. Una polarización patológica que cada día nos lleva más a la destrucción de la vida en comunidad.
Este problema se agrava con:
- El discurso libertario tóxico, que normaliza la violencia verbal y la deshumanización del adversario.
- Una alteridad política basada en el odio hacia la empatía y los más vulnerables.
- La imposición de una filosofía de "sálvese quien pueda", ajena a los valores argentinos.
Tanto la Doctrina Social de la Iglesia como el Sutra del Loto coinciden en defender la vida y la dignidad humana. El desafío actual es construir un movimiento nacional-popular que recupere estos valores frente al avance de un capitalismo salvaje que:
- Reduce a las personas a su productividad económica.
- Criminaliza la pobreza.
- Sustituye la ética por las "leyes del mercado".
Un capitalismo que intenta reinsertarnos en la vieja división internacional del trabajo con un modelo extractivista, de servicios y sin industrias.
Ejemplos históricos como Martin Luther King y Nelson Mandela demuestran que es posible generar cambios. Requiere una autocrítica del peronismo y el campo nacional para recuperar a los "descamisados" y ofrecer una alternativa real al autoritarismo y la desigualdad. Es imprescindible que la comunidad entienda que "nadie se salva solo" y que en el contexto actual nacional e internacional la única dicotomía valida es: MISANTROPIA O HUMANISMO.
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