Alejandro Magno enviaba topógrafos y científicos para estudiar la geografía y cultura de los pueblos antes de invadirlos. El Imperio Británico repitió esta táctica siglos después, enviando especialistas a inventariar recursos en las colonias americanas en proceso de emancipación. El objetivo era la hegemonía comercial e inserción en la división internacional del trabajo del capitalismo europeo.
Fernand Braudel (Escuela de los Annales) sostenía que "la historia es hija de su tiempo", y lo mismo ocurrió con las ciencias sociales, que se profesionalizaron y comenzaron a enseñarse en las universidades durante el siglo XIX.
La historia como herramienta de legitimación:
Se la consideró una "ciencia" para construir un relato que justificara la formación de los Estados-nación burgueses. Así surgieron las historias nacionales/oficiales y la creación de un panteón de próceres, útiles para consolidar identidades políticas.
La geografía al servicio del poder:
Con la geografía pasó algo similar. Se necesitaban "especialistas" para cartografiar territorios coloniales y inventariar recursos estratégicos (minerales, suelos, agua). Muchos geógrafos (en realidad, cartógrafos) y naturalistas que llegaron con las primeras olas migratorias a América cumplieron ese rol: sus estudios sirvieron al imperialismo británico y al capitalismo emergente, bajo una lógica de razón instrumental (ciencia al servicio del poder económico).
Pseudociencia y racismo:
Hasta el siglo XX, la geografía dominante era la geografía natural, que clasificaba territorios según el clima y los vinculaba a teorías racistas. Por ejemplo:
Centro del país (clima templado): "Ideal para agricultura y ganadería; población blanca y trabajadora, capaz de construir ciudades 'civilizadas' como Europa".
Norte (clima cálido): "Población indígena, 'perezosa' (hasta la siesta era criticada), solo apta para trabajos mínimos de subsistencia".
Justificación de la explotación:
Este discurso eurocéntrico y supremacista facilitó que las oligarquías locales explotaran tanto la tierra como a su gente. Además, la geografía se usó para negociar recursos naturales como pago de deuda. Un ejemplo escandaloso: en época de Rivadavia, un cartógrafo sugirió ceder las Islas Malvinas como garantía.
Reflexión final:
Tanto la historia como la geografía del siglo XIX fueron instrumentos políticos, usados para imponer un nacionalismo falso, despreciar lo autóctono y consolidar estructuras de dominación colonial.
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