El escándalo del crypto gate dejó en evidencia el verdadero rol un sector de la prensa, convertida en la herramienta de propaganda del gobierno libertario.
"Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila".
Mariano Moreno
"Todo el mundo va a pensar lo que yo les ordene que piensen”.
El Ciudadano Kane
María Victoria Bravo
¿Qué lejos ha quedado la idea de la libertad postulada por el fundador de la Gazeta y partícipe de la Revolución de Mayo, Mariano Moreno? Lo ocurrido anoche deja al descubierto dos cuestiones importantes: la censura como ejercicio del poder por parte de un gobierno elegido democráticamente y el sometimiento de una parte de la prensa, reduciendo el rol del periodismo a una servidumbre propagandística.
Ayer, Jonathan Viale se convirtió, a nivel mundial, en la cara de esa realidad descarnada, lo que nos invita a reflexionar sobre el uso de la pauta oficial, la que se blanquea y la que se entrega bajo la mesa, como mecanismo de disciplinamiento para manipular la opinión de una ciudadanía que, en honor a la verdad, debido a un sistema educativo tradicional obsoleto, tiene dificultades para desarrollar un pensamiento crítico basado en la histórica duda socrática-cartesiana, fuente del método científico para generar conocimiento.
En un principio, la pauta publicitaria estatal fue creada con la intención de garantizar la libertad de prensa, uno de los pilares del sistema republicano que rige en nuestro país. Sin embargo, en la práctica, no es más que una herramienta política para someter a los periodistas, castigar las opiniones de los disidentes y moldear la opinión pública a imagen y semejanza de quien detenta el poder en ese momento. Llegados a este punto, cabe preguntarse si la prensa ha dejado de ser el "cuarto poder" para convertirse en el brazo propagandístico de gobiernos autoritarios, incluso aquellos elegidos en las urnas.
¿Cuántos periodistas como Jonathan Viale realizan diariamente contorsiones argumentativas para justificar aberraciones económicas, sociales, financieras y discursos de odio? Pero esto no tendría efecto si no existiera un público que lo consume. La violencia política emanada de representantes libertarios, comenzando por el actual presidente, ha sido fomentada y avalada desde los estudios de televisión y las redes sociales. Han creado este monstruo que gobierna. Son, en parte, cómplices del neofascismo que comienza a consolidarse y que tiene a muchos arrodillados como sirvientes y vasallos ante un rey absolutista del siglo XXI.
Pero también existe una ciudadanía que se comporta como masa y no como pueblo (con conciencia de sus derechos y bases morales humanistas), cuya toma de decisiones se basa en emociones y pulsiones hedonistas, características de los tiempos posmodernos (o de la modernidad líquida) que estamos viviendo. Estas actitudes son funcionales al individualismo y al neofascismo digital emergente a nivel mundial. La sociedad suele marcar los límites, pero esto no está ocurriendo para frenar el periodismo convertido en propaganda amarillista. ¿Cómo podría hacerlo si TikTok ha desplazado a la lectura y, con ella, la capacidad de razonamiento? La "era del vacío" de Lipovetsky ha dado paso a la "era de la idiotez". La frivolidad, la superficialidad, la diversión constante y el consumo irónico están a la orden del día.
El periodismo político se dedica a difundir fake news y a realizar entrevistas basadas en chicanas e insultos (como las de Baby Etchecopar), con la excusa de hablar el lenguaje del pueblo, dejando al descubierto la decadencia actual. La racionalidad ha perdido su centralidad, y quedaron atrás los tiempos de Bernardo Neustadt, Grondona y Ruiz Guiñazú, grandes exponentes de la derecha que te obligaban a prepararte para enfrentar una entrevista con ellos. Ahora todo es distópico y está poblado de imitadores baratos del Joker de Batman.
¿Ha muerto el periodismo? Todavía no, pero está en camino de convertirse en un oficio de mercaderes de la palabra y mercenarios propagandísticos de los nuevos regímenes autoritarios en ascenso en el mundo.
Puede que lo que estoy escribiendo no guste y que mis opiniones sobre el estado intelectual actual de quienes consumen el periodismo mediocre generen escozor, pero mi objetivo no es hacer amigos, sino expresar mi opinión basada en la realidad que vivo, para explicar la falta de freno a un creciente ambiente de censura en la prensa y las redes sociales. Lo expreso en este blog y para mis seguidores de BlueSky, ya que es la única trinchera de resistencia libre de granjas de trolls y doxxeos, permitiendo la libertad de expresión en un mundo que se dice libre.
Finalizo con dos frases emblemáticas para reflexionar sobre el momento que estamos viviendo y sobre la necesidad de vencer el miedo a expresar nuestras opiniones:
"La vida es nada si la libertad se pierde"*. – Manuel Belgrano
"Las ideas no se matan"*. – Domingo Faustino Sarmiento*
*(Frase que escribió en francés en unas piedras en Chile, parafraseando a Denis Diderot).*
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